Hoy día 27 de noviembre, se celebra el Día de los Maestros, un motor fundamental en el proceso de aprendizaje de los niños/as. Su involucración y determinación son importantes para el desarrollo del pensamiento crítico, la toma de decisiones y la autonomía del alumnado.
En este post vamos a centrarnos en el papel que deben de cumplir a la hora de darse una situación de acoso escolar, así como conocer las buenas prácticas para detectar este problema desde sus primeros indicios, además aportamos otra visión, concretamente desde el ámbito de la psicología, con la participación de
Miriam Macías Navarro, psicóloga sanitaria por la Universidad de Sevilla.
En primer lugar, debemos entender que los docentes son testigos inmediatos a la hora de ver una situación donde hay una agresión física, insultos o actitudes sutiles que ponen a la víctima en peor lugar. Por ello es vital su actuación eficaz para acabar con estas situaciones. Aquí tenéis una serie de premisas importantes:
En base a esto, es importante reconocer que el
apoyo e información
que reciban los docentes es primordial para priorizar una situación segura dentro de las aulas. Según la UNESCO en una
encuesta que realizaron a nivel mundial en 2020 afirman que
“casi la mitad de las y los docentes encuestados afirman haber recibido poca o ninguna formación sobre la violencia escolar durante su formación previa, y más de dos tercios dicen haber aprendido a gestionar la violencia escolar a través de la experiencia. Tres de cada cuatro docentes encuestados pueden identificar la violencia física y sexual, pero es menos probable que reconozcan algunas formas de violencia psicológica”.
Esto quiere decir que los docentes aún no conocen o conocen muy poco las medidas que deben de afrontar en el caso de que sé de una situación de acoso escolar. Para apoyarnos aún más en esa desinformación, tenemos el placer de contar con
Miriam Macías Navarro, psicóloga sanitaria por la Universidad de Sevilla para conocer desde su perspectiva cuáles son las herramientas esenciales para dar con estos casos tanta para la docencia como para las familias, las consecuencias que suponen en la adolescencia haber sido víctima de acoso escolar, entre otras cuestiones:
J. ¿Cómo puede afectar una situación de acoso escolar en la adolescencia?
M. La adolescencia es una etapa vital dentro del desarrollo de la personalidad humana. Esta etapa puede resultar compleja para muchos debido a que el o la adolescente debe lidiar con los diversos cambios experimentados a nivel físico, cognitivo y emocional, entre otros. Por tanto, puede ser una etapa de gran vulnerabilidad para su salud mental, más aún si la persona sufre acoso escolar.
Dicho acoso tiene diversas consecuencias psicológicas, la que más nos encontramos en consulta es la presencia de una baja autoestima. El o la adolescente comienza a manifestar sentimientos de inferioridad con respecto a los demás, una visión muy negativa sobre sí mismo y un pobre autoconcepto. Pueden llegar a vivir en un mayor estado de vigilancia o nerviosismo por miedo a que les ocurra algo, presentándose así mayores niveles de ansiedad. Muchos de los adolescentes que sufren acoso también manifiestan sintomatología depresiva, provocando con ello un mayor aislamiento social y por ende, menor apoyo emocional por parte de sus iguales, lo cual es crucial dentro de la etapa donde se encuentran. Cuando un adolescente está sufriendo situaciones de bullying suele ser habitual encontrarnos con un descenso de su rendimiento académico e incluso puede aparecer ideación e intento suicida.
J. ¿Se tratan de consecuencias a largo plazo?
M. Totalmente, no es raro encontrarnos a adultos con secuelas emocionales por haber vivido situaciones de acoso en su adolescencia. Al final, esta etapa es crucial en el desarrollo de la identidad de la persona y por ello, mucho de lo vivido se acaba reflejando en la edad adulta.
A largo plazo, podemos encontrarnos déficits para establecer relaciones sociales sanas, debido a las dificultades por poner límites e incluso por decir que “sí” a todo, a pesar de que esto les perjudique. La baja autoestima se cronifica, pueden ser adultos con mayor nivel de deseabilidad social, que buscan constantemente la aprobación de los demás, llevan muy mal las críticas, aunque estas sean constructivas. A nivel cognitivo, presentan un gran número de pensamientos negativos o distorsiones cognitivas, como pueden ser anticipar de forma negativa el futuro, asumir que eventos que no podemos controlar son causados por nuestra culpa, compararnos de modo automático con los demás, mayor inseguridad y un estilo de afrontamiento evitativo.
Además de lo anterior, es importante señalar que un alto porcentaje de personas pueden manifestar diversos trastornos emocionales, como el de estrés postraumático, trastornos depresivos, de ansiedad, fobia social, e incluso trastornos de la conducta alimentaria como puede ser la anorexia o la bulimia.
J. ¿Cuáles crees que son las herramientas esenciales destinadas a las familias para suavizar cualquier situación de violencia?
M. El contexto familiar y su actuación ante situaciones de acoso es crucial tanto para la detección como para la intervención. Lo primero es crear un clima de apoyo entre los progenitores y el adolescente, que él o ella se sienta arropado y entendido por los adultos, aunque el chico o chica no demande ese cariño o apoyo.
Cuando se detecta el acoso es importante mostrar empatía, siendo fundamental validar sus emociones. Se tiende a tachar a los adolescentes de “exagerados” o restar importancia a lo que cuentan. Es muy importante adoptar un papel de escucha activa hacia lo que nos cuentan, sin juzgarles. De este modo, se establecerán los cimientos de un clima de confianza, permitiéndonos así, que el adolescente nos exprese, de forma sincera, si vuelven a ocurrir otras situaciones.
Es fundamental hacerles conscientes de que la culpa no es suya, ya que suele ser común que los adolescentes tiendan a culpabilizarse ante situaciones de acoso.
Dejar claro a los chicos o chicas que estas situaciones de violencia no deberían ocurrir y evitar normalizarlas. De este modo, la víctima podrá ir tomando consciencia de la importancia de expresar sus experiencias, de que cuenta con personas de referencia a las que poder acudir y que van a atajar estos comportamientos.
Los padres y madres han de adoptar una actitud proactiva, buscando respuestas efectivas para erradicar el acoso. Por ello, es fundamental intervenir sobre el lugar donde se producen dichas situaciones de violencia e implicar a los profesores o monitores para que se centren en los agresores y en la desaparición de dichas conductas.
Pedir ayuda psicológica. Es normal que los padres y el o la adolescente no sepan gestionar determinadas situaciones e incluso se sientan desbordados. Después de una experiencia como la comentada, puede ser necesario contar con la ayuda de un profesional de la salud mental que asesore y acompañe durante todo el proceso.
En conclusión, podemos decir que el contexto del propio alumno como víctima de acoso escolar repercute en parte en su
evolución durante la adolescencia. Tanto las familias como la docencia deben de cumplir un papel que defina el
bienestar, la
convivencia
y la
comunicación
en hijos/as y alumnos/as.
Proyecto PACAE
PACAE son las siglas de Protocolo de Actuación Contra el Acoso Escolar y tiene como objetivos primordiales:
Por ello, si quieres obtener más información sobre nuestra metodología PACAE, o estás pensando en implementarlo en tu centro educativo, deportivo o de ocio, siéntete libre de contactarnos y estaremos encantados de ayudarte.