Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible -de ahora en adelante, ODS-, también conocidos como Objetivos Mundiales, son una iniciativa impulsada por Naciones Unidas y que se adoptaron por los 193 Estados Miembros en 2015 en una agenda que lleva por título “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” con el objetivo de poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad e injusticia, garantizar la paz y hacer frente al cambio climático para el año 2030.
Entre los 17 objetivos se incluyen 169 metas integradas, haciendo que la intervención en un área afecte los resultados de las otras áreas, equilibrando la sostenibilidad medio ambiental, económica y social.
Estos objetivos se agrupan en cinco áreas: personas, planeta, prosperidad, paz y alianzas y que se conocen como las 5P por su nombre en inglés: people, planet, prosperity, peace and partnership.
En el área de Personas -Objetivos del 1 al 5- encontramos los objetivos, encaminados a erradicar la pobreza, el hambre y ayudar a las personas a alcanzar su máximo potencial.
En el área de Planeta -Objetivos 6 y del 12 al 15- tenemos acciones encaminadas a mejorar el cambio climático
y dejar un mejor planeta para las generaciones futuras.
Con el fin de no dejar a nadie atrás, los objetivos 7 a 11 se agrupan en el área de Prosperidad, donde es muy importante que todo el mundo tenga acceso al progreso económico, tecnológico y social.
En el área de Paz encontramos el objetivo 16, que tiene el compromiso de construir sociedades justas e inclusivas, promoviendo la paz entre territorios y dentro de ellos.
Finalmente, el objetivo 17 nos habla de la cooperación y Alianzas internacionales
tanto del sector privado como del sector público.
Como vemos, los ODS y el Compliance se relacionan directamente en el Objetivo 16 relativo a la paz, justicia e instituciones sólidas.
Como su propio título indica, el Objetivo 16 insta a las organizaciones a ser transparentes, participativas y colaborativas, siendo íntegras en sus procesos y objetivos, por lo que el Compliance a estos efectos puede resultar muy útil.
Y es que las instituciones que no funcionan conforme a la Ley son más propensas a la arbitrariedad y al abuso de poder y tienen menos capacidad para prestar servicios para todos, provocando así situaciones de desigualdad, en una actuación diametralmente opuesta a su esencia, naturaleza y finalidad.
Por ello, contar con una herramienta de ética e integridad como es el Compliance, no puramente formal, sino estructural con la finalidad última de promover el cambio cultural
conducirá a esas instituciones sólidas, recuperando la legitimidad democrática y la confianza ciudadana. Porque el Compliance, hace referencia una función independiente que identifica, asesora, alerta, monitorea y reporta
los riesgos de cumplimiento en las organizaciones en relación con las leyes aplicables, las regulaciones, los códigos de conducta y los estándares de buenas prácticas.
En resumen, las metas del Compliance en relación con los ODS son:
• Reducir sustancialmente la corrupción y el soborno en todas sus formas.
• Crear instituciones eficaces, responsables y transparentes a todos los niveles.
• Garantizar la adopción de decisiones inclusivas, participativas y representativas que respondan a las necesidades a todos los niveles.
• Implementar procesos éticos en las organizaciones.
• Mejorar la comunicación transparente y la escucha activa de todos los implicados en la organización mediante canales que protejan su privacidad.